Cuba y Puerto Rico, dos alas de una misma ofensiva que deja a Washington con una esperanza torcida
- El Nuevo Herald
- 28 oct 2019
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La lógica es algo torcida. Si cada equipo gana en casa del contrario, ¿están los Nacionales listos para sumar los últimos dos desafíos en Houston y con elllo la Serie Mundial? La lógica puede ser equivocada por completo, si es verdad aquello de que la historia se repite solo como farsa.
Después de todo, la pretendida fiesta en la capital quedó enterrada en unas profundidades enormes, con un tercer fracaso este domingo por pizarra de 7-1, bajo el peso de una ofensiva desaparecida y un pitcheo devorado por los Astros, como si el Baby Shark se convirtiera en el depredador de la película de Spielberg y destrozara a sus creadores.
Tras dos desangelados partidos en el regreso de la Serie Mundial a Washington, los aficionados y los propios Nacionales confiaron sus destinos al inmenso Max Scherzer, sin saber que el cuello y la espalda del as de la rotación habían elegido el peor momento posible para desatar unos dolores tremendos.
Scherzer, competidor como ninguno, apenas podía moverse y con más dolor en el alma que en su cuerpo, le comunicó al manager Dave Martínez que su presencia en el montículo era imposible para el 5to Juego del Clásico de Octubre. Esto no presagiaba nada bueno...y nada bueno sucedió.
Joe Ross no lo hizo del todo mal, pero eso no resultó suficiente para un equipo incapaz de respaldar a sus lanzadores y mucho menos de descifrar la mezcla de envíos de un Gerrit Cole con ánimo de revancha y venganza. Que nunca olvidó la derrota del primer encuentro.
Con un Cole magistral y dominante, reapareció el bate de Yordan Alvarez en la segunda entrada para convertirse en el cubano más joven que saca una pelota en Serie Mundial -a los 22 años y 122 días-, superando a José Canseco, además de convertirse en el quinto en la historia que pone delante a su equipo con un cuadrangular en las últimas cinco décadas.
Alvarez estuvo en noche impactante, porque además de su batazo de dos anotaciones, también pegó un par de imparables que burlaron las marcadas formaciones defensivas para minimizar el estruendo de su bate. Nada funciono, ni dejándole tercera y campocorto libre.
Dos a cero ya era preocupante con Cole colocando ceros, pero cuando Carlos Correa la desapareció con uno a bordo en la cuarta, pareció entonces como si el silencio en el Nationals Park se hiciera largo y profundo, casi eterno. Cuando llegó la quinta carrera en el bate de Yuli Gurriel, la capital era un desierto y para el vuelacercas de George Springer en la novena no quedaba nada de nada.
En los tres choques efectuados cerca de la Casa Blanca, los Nacionales han anotado apenas tres carreras, mientras que los texanos han pisado la goma en 23 ocasiones. El derrumbe ha sido total.
¿Qué le queda ahora a Washington? La dudosa esperanza de que el visitante puede seguir ganando en el campo minado del equipo de casa, que Stephen Strasburg sostendrá la pulseada de Justin Verlander -otro con sed de venganza- y que en un séptimo juego el realismo puede ser mágico.
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